Santa María del Mar
[…] Un grupo de invitados calló y desvió la mirada hacía el linde del bosque de las tierras de Bernat, situado más allá de unos extensos campos de cultivo, al final de un suave declive del terreno que los Estanyol habían aprovechado para plantar parte de las cepas que les proporcionaban tan excelente vino.
En unos segundos se hizo el silencio entre los presentes.
Tres jinetes habían aparecido entre los árboles. Seguían sus pasos varios hombres a pie, uniformados.
-¿Qué hará aquí?- preguntó en un susurro Pere Esteve.
Bernat siguió con la mirada a los hombres que se acercaban rodeando los campos. Los invitados murmuraban entre sí.
-No lo entiendo- dijo al fin Bernat, también en un susurro-, nunca había pasado por aquí. No es el camino del castillo.
-No me gusta nada esta visita- Añadió Pere Esteve.
La comitiva se movía lentamente. A medida que las figuras se acercaban, las risas y los comentarios de los jinetes sustituían el alboroto que hasta entonces había reinado en la explanada; todos pudieron escucharlos. Bernat observó a sus invitados; algunos de ellos ya no miraban y permanecían con la cabeza gacha. Buscó a Francesca, que se encontraba entre las mujeres. El vozarrón del señor de Navarcles llegó hasta ellos. Bernat sintió que le invadía la ira. […]
En unos segundos se hizo el silencio entre los presentes.
Tres jinetes habían aparecido entre los árboles. Seguían sus pasos varios hombres a pie, uniformados.
-¿Qué hará aquí?- preguntó en un susurro Pere Esteve.
Bernat siguió con la mirada a los hombres que se acercaban rodeando los campos. Los invitados murmuraban entre sí.
-No lo entiendo- dijo al fin Bernat, también en un susurro-, nunca había pasado por aquí. No es el camino del castillo.
-No me gusta nada esta visita- Añadió Pere Esteve.
La comitiva se movía lentamente. A medida que las figuras se acercaban, las risas y los comentarios de los jinetes sustituían el alboroto que hasta entonces había reinado en la explanada; todos pudieron escucharlos. Bernat observó a sus invitados; algunos de ellos ya no miraban y permanecían con la cabeza gacha. Buscó a Francesca, que se encontraba entre las mujeres. El vozarrón del señor de Navarcles llegó hasta ellos. Bernat sintió que le invadía la ira. […]
La Catedral del Mar de Ildefonso Falcones esta basado en la iglesia de Santa María del Mar. Lectura muy recomendada.
3 comentarios:
Curioso, tengo ese libro en una estantería desde hace meses que me lo dejó mi prima, pero otras lecturas se interponen siempre en mi camino hacia el mismo.
Sin embargo ese trocito ya lo había leído, y también algo más, parece un libro sufrido (en el sentido de pasarlo más por las penurias de los personajes), pero supongo que un día de estos, cuando la Rueda del Tiempo salga de mi camino le daré los honores merecidos.
Saludos !
Mi camino ha sido el contrario, muchos libros tenían número antes que él, pero este se ha “colado” vilmente.
Libro original del autor o escrito por algún otro, merece la pena. Si leíste los pilares de la tierra y te gustó, este te gustará aún más. Por lo menos en mi caso tiene mucho que ver el conocimiento más o menos exacto de los lugares y momentos en los que se desarrolla la trama, Cataluña, baja Edad Media, guerras entre los diversos reinos de la península, Mallorca, Aragón (que no Cataluña), Castilla… bastante más cercano que el sur de Inglaterra.
Un detalle: Si ya has visto fotos de Santa María del Mar o la conoces, a la hora de leer el libro tendrás una visión mucho más clara de cómo se construyó y a que se refiere el autor en algunos momentos. En mi caso deje correr la imaginación mientras leía el libro y no busqué información sobre el verdadero templo hasta una vez terminado. Mi sorpresa fue mayúscula. Mientras leía pensaba que la descripción del autor era exagerada, en absoluto es así, se queda corta.
Esta es la primera novela del tal Ildefonso Falcones, abogado de profesión. Escuché una entrevista que le hicieron en la radio. Me dió la impresión de que el no era el autor del libro, ya ves que tontería. No hay nada peor en el mundo que un abogado.
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